Saturday, September 11, 2004

ESTAMPAS DEFEÑAS EN TIEMPOS DE FUTBOL

Para Santiago Lepe, mi padre.
Intro

Para los que somos de provincia y no sabemos mucho de futbol nos resulta impresionante la manera en que, a veces, esta ciudad se vuelve una fiesta, un estadio completo.

E1
Cercaron el ángel desde ayer. Quiero decir: desde ayer sábado la policía cercó el monumento del Ángel de la Independencia para que no sufriera daños. Es que mañana hay partido de futbol: la final entre Las Chivas y Los Pumas.

E2
Esta mañana, los vagones del metro que va hacia Ciudad Universitaria iban con mucha gente. Es inusual que a las 8 de la mañana de un domingo viaje tanta gente hacia ese rumbo. En cada vagón iban al menos siete personas vestidas con el uniforme de su equipo favorito. Casi todos con los colores de Los Pumas.

E3
Antier, mientras tratábamos un asunto oficial en la oficina, una de las directoras me soltó de golpe una pregunta, como si fuera una emergencia, “Oye, Enrique, y tu ¿a quién le vas?”. Le explique que no me gusta el futbol y le vi un gesto de reproche, para enmendar mi falta de tacto entre tartamudeos le dije que a Las Chivas. “Pues estás entre puros enemigos: aquí todos le vamos al equipo de nuestra universidad”. Ahora a ella le tocó corregir el tropiezo: “Ah, pero si tu eres de Colima… y estás cerca de Jalisco ¿no?... con razón”.

E4
Toda la mañana vi pasar muchos autos hacia el sur, hacia el estadio, llevaban banderas con los colores de los equipos contrincantes, por supuesto, se veían más del equipo local. Las personas iban con uniforme como si fueran futbolistas: algunos portaban los colores y los símbolos no solo en las camisetas, sino en lo shorts, gorras, pantalones, pañuelos, tatuajes, maquillaje… y algunos hasta en los hijos e hijas que no logran entender todavía.



E5
Mediodía. Domingo. Todo parece tranquilo en el edificio de departamentos donde vivo, incluso en los alrededores. De pronto un grito: gol, gol, gol, gol; la palabra suena fuerte como si hubiese sido dicha por las paredes; el grito se va rebotando por entre las azoteas, repitiéndose, enredándose con risas y otros gritos incomprensibles. Yo no veo televisión, no tengo, no me gusta; para saber del futbol, este día, no es necesaria: cada gol es festejado, se escucha en los alrededores como si fueran cohetes de una fiesta patronal en mi pueblo.

E6
Ha terminado el partido. No lo vi, pero sé quien ganó. La gente regresa, ondean las banderas que tienen la figurita del puma estilizado. Incluso en algunas casas hay banderas. En el edificio de enfrente se escucha la canción de “Guadalajara” y un grito como trueno dice: “arriba las chivas, abajo los pumas, chinguen a su madre todos los chilangos”. La canción y los gritos se repiten durante más de media hora. Yo decido salir de casa.

E7
Cerraron las calles alrededor del Ángel de la Independencia, de todos lados se ve llegar gente con banderas, uniformes y gritos. Los autos dan vueltas en las calles aledañas que no están cerradas, con su el claxon insistente, festejando. Alrededor del monumento cercas de alambre, luego el personal de seguridad pública, después los aficionados, dando vueltas, cargando enormes banderas, juntos hacen un solo rugido: gritan el nombre del equipo, la famosa “porra” de la universidad, dicen contento, dicen felicidad. Una señora pasa, temeraria, desafiante, en medio de los colores pumas, con una bandera de Las Chivas, le silban de mil maneras con mil significados; otros le gritan, la ofenden, ella sigue, luego se pierde en la multitud. Yo me voy al cine.

E8
Salgo del cine cuando empieza a oscurecer, el Paseo de la Reforma, desde La Diana hasta El Ángel y más allá, es un río de gente vestida de futbolista, con banderas, con gritos. Dos helicópteros sobrevuelan la zona. Los festejantes llegan ondeando su entusiasmo, otros se despiden, cansados y satisfechos. Mi papá debe estar enojado: él le va a Las Chivas. Yo no sé de futbol, no entiendo, recuerdo que cuando era un niño le iba a Los Pumas, eso es todo.

México, Distrito Federal, a mitad de Junio.

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