Saturday, September 11, 2004

LA FERIA DE LAS LETRAS DE COYOACÁN Y ALÍ CHUMACERO

“Un hombre que sólo ha intentado rescatar,
en imágenes poéticas, la intensidad de la vida”
Alí Chumacero

Los domingos, en el jardín principal de Coyoacán, hay siempre mucha gente (25 mil personas cada fin de semana, que dejan 60 toneladas de basura, según Martínez Assad[1]). Este domingo 9 del mes de marzo hubo muchos poetas: Dionisio Morales, Marco Antonio Campos, Alí Chumacero, Hugo Gutiérrez Vega, Salvador Díaz Mirón, Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia. Estos últimos tres, sólo se presentaron con su voz poética, por supuesto. Algunos los leyeron en voz alta.

En el marco de la II Feria de las Letras de Coyoacán, que esta vez estuvo dedicada al Gran Gabriel García Márquez, se organizó un homenaje a Alí Chumacero, autor de Páramo de sueños (1944), Imágenes desterradas (1948) y Palabras en reposo (1956).

A la derecha del homenajeado, Dionicio Morales; a la izquierda, Marco Antonio Campos; enfrente nosotros, un grupo de aproximadamente 70 oyentes. Así rodeado, el poeta, de 85 años, parecía tener más infantil su cara de niño, más canas en su eterno cabello blanco.

Dionicio fue el que dijo la edad de Chumacero, y luego leyó un acróstico, no sin aclarar que era un formato ya en desuso. Se refirió al silencio del poeta, que no ha vuelto a publicar desde hace ya casi 47 años. Dijo, cariñosamente, que el poeta vive como algunos artistas: “de glorias pasadas”, pero que las glorias de este escritor son eternas. También dijo sospechar que Alí ya no tenía musas porque con algún truco de magia las había convertido en mujeres de carne y hueso y que quizás las tenía escondidas en el ropero.

Morales leyó unos fragmentos de un texto en el que Ermilo Abreu Gómez describió alguna vez al poeta Alí Chumacero, ahí le pinta su cara de niño y lo dibuja como un hombre al que le gusta discutir y con una tremenda facilidad para ganar las discusiones; con la advertencia de que aquellos que se atrevían a ganarle eran descuartizados por el poeta de Imágenes desterradas.

Marco Antonio Campos también se refirió al tiempo en relación con el homenajeado, y dijo conocerlo desde hace 31 años, a través de los hijos del poeta. Recordó que el autor formó parte del grupo conocido como Los Contemporáneos. Elogió la biblioteca de Chumacero, diciendo que es una de las más grandes de México, a la que acuden todos aquellos que quieren consultar sobre Los Contemporáneos. Mencionó las posibles influencias de Cernuda, Lorca y Alexandre en la obra poética de Alí, pero afirmó tajantemente que sin duda la más determinante había sido la de Rilke.

Al mencionar a este poeta alemán, expresó que Chumacero recomendaba a los jóvenes la lectura de este escritor. Campos dijo: “si es que los jóvenes leen poesía hoy”. Cuando escuché está frase de Marco Antonio pensé en las siete veces que las tres sillas que estaban a mi izquierda se habían ido ocupando y luego vaciando por personas que llegaban, escuchaban un rato, se daban cuenta del tema (poetas y poemas) y se iban luego: un adolescente solitario, un papá con su hija de seis, una pareja de adultos, un joven con su perro, dos muchachos y una muchacha, otro joven solitario, una señora como de setenta que sí quedó hasta el final.

Campos, antes de leer algunos fragmentos de Responso del Peregrino, dijo que, le parecía que la voz de algunos poetas se identificaba con alguna parte del día: para él, los poemas de Alfonso Reyes le remiten a las tardes, las de Villaurrutia a la noche y los de Alí, al crepúsculo, cuando ya va cayendo la noche.

Yo, pecador, a orillas de tus ojos miro nacer la tempestad.
Sumiso dardo, voz en la espesura, incrédulo desciendo al manantial de gracia; en tu solar olvida el corazón su falso testimonio, la serpiente de luz y aciago fallecer, relámpago vencido en la límpida zona de laúdes que a mi maldad despliega tu ternura
Elegida entre todas las mujeres, al ángelus te anuncias pastora de esplendores y la alondra de Heráclito se agosta cuando a tu piel acerca su denuedo.

Así hablaron los poetas del poeta. Dionicio fue afectuoso, su tono fue personal, de amigos, se mostró sentimental, conocedor del hombre. Marco Antonio dejó ver su erudición, fue más técnico, conocedor del escritor. Los dos recibieron un abrazo fraterno de un Alí que, mientras escuchaba, mantuvo su seriedad, lejos de las risas y sonrisas que, los que hablaron, hicieron salir de los otros oyentes.

Luego habló Don Alí Chumacero, el de Acaponeta, el de Guadalajara, el de México. Lo recibió un aplauso más fuerte que los anteriores. “A los conocedores del valor de la palabra, sólo agrego mi gratitud”, dijo, refiriéndose a los que le antecedieron en el uso de la palabra. Agradeció los elogios y expresó que, el reconocimiento de los que hablaron y el de los que estuvimos callados, le hizo pensar que “una vida consagrada a la literatura no había sido en vano”. Enseguida empezó a leer sus poemas.

Era casi la una de la tarde: algunas personas empezaban a salir de la misa de 12, desde la puerta del templo del Carmen, situado a unos veinte metros del lugar donde se realizaba el homenaje. Atrás de los poetas, Gabriel García Márquez, en foto, sentado, escuchaba la lectura de poemas. A nuestra izquierda los puestos de libros, a la derecha el jardín, la gente pasando y un letrero “Coyoacán dice no a la guerra”. Dos mujeres guapas, con un cuerpo hecho adrede para atraer miradas, vestidas de azul, empezaron a repartir unas pastillas de menta, de promoción, entre los asistentes. Muchos dejaron de escuchar al poeta para aprovechar el obsequio promocional y para echar una mirada a las curvas publicitarias de las muchachas. Coyoacán es así, con tanta gente y tantas cosas por vender y promocionar.

La voz del poeta volvió a llamar nuestra atención. Cómo no. Su voz es profunda, le salía directamente del pecho, seguramente desde abajo del corazón:

Antes que el viento fuera mar volcado, que la noche se unciera su vestido de luto y que estrellas y luna fincaran sobre el cielo la albura de sus cuerpos.
Antes que luz, que sombra y que montaña miraran levantarse las almas de sus cúspides; primero que algo fuera flotando bajo el aire; tiempo antes que el principio.
Cuando aún no nacía la esperanza ni vagaban los ángeles en su firme blancura; cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios; antes, antes, muy antes.
Cuando aún no había flores en las sendas porque las sendas no eran ni las flores estaban; cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas, ya éramos tú y yo.
Este poema devolvió el entusiasmo a los oyentes quienes lo agradecieron con un aplauso emocionado. Leyó dos poemas más: seis en total. Luego lo despedimos con un aplauso final. Bajó del estrado y en el caminó se encontró con Hugo Gutiérrez Vega, quien subía con la intención de presentar su más reciente libro: “Peregrinaciones”. Los dos escritores se saludaron, se abrazaron. Fotos.

Yo me fui a saludar a Dionicio Morales, a recordarle el Colima de hace diez años. Me dijo que volvería a esta ciudad, para dar un curso a los que están tomando el Diplomado que la SOGEM , la Secetaría de Educación y la Casa de la Cultura están realizando en esta ciudad. Le pedí el acróstico que le hizo a Chumacero y me dijo que lo mandaría por correo electrónico y cumplió, aquí lo tienen:

A UN POETA


A sí es tu vida. Mar, alcohol, amor y ruinas.
L acayo y breve sueño en un páramo gris.
Í ntima eternidad en el destierro.


C arbunclos pardos en tu cuerpo, las mujeres,
H uéspedes reales, te devoran vivo.
U na luz entreabierta cicatriza tu herida.
M ueres en cada placer y resucitas,
A morosa raíz, en imágenes selladas.
C unden en el reposo la sal de las palabras.
E l silencio es abstracto. Sopesa viudos monólogos.
R ecuerdas los ojos verdes en un salón de baile.
O arde el mundo en el peregrino responso de tu alma.

DIONICIO MORALES[2]


[1] Assad Martínez, Carlos. Un domingo en Coyoacán. UNAM/Delegación Coyoacán, 2003. Referencia tomada del Periódico La Jornada, del 10 de marzo de 2003, p. 4a.
[2] Dionicio Morales es originario de Tabasco y ha colaborado en diversas revistas y talleres literarios; algunos de sus poemas y artículos han sido traducidos al inglés, francés, portugués y coreano y actualmente colabora en La cultura en México, de la Revista Siempre!, así como en el suplemento Extravagancia del Periódico Milenio. También es maestro de la Sociedad General de Escritores

1 comment:

ángel said...

Hola, te invito a recorrer los pasillos de mi blog, que es de poesía y actualizo mensualmente con once textos de autores clásicos y contemporáneos entre los que figura el gran Alí Chumacero (actualizar es un decir, pues la poesía de excelencia nunca envejecerá y tampoco lo hará en los archivos de mi blog). Bienvenida desde ya, espero que lo disfrutes. Muy cordialmente,

angel