Saturday, September 11, 2004

LA CATEDRAL DE LOS ÁNGELES

Yo creía que todas las catedrales habían sido construidas desde hace siglos. Al menos así lo sé de algunas: la de la ciudad de Colima empezó a construirse 1889 y se terminó en 1862; la de Morelia se inició en 1660 y fue terminada en 1744; la construcción de la catedral de la ciudad de México empezó en el año de 1567 (algunos de las fuentes me dicen que en 1562, otras que 1572). El caso es que tiene más de cuatrocientos años.

Por ello me sorprendí muchísimo cuando, en el 2001 vi que en Los Ángeles California se estaba construyendo la catedral de la ciudad y sentí curiosidad por saber cómo quedaría terminada una obra de este tipo en la época de la tecnología.

El pasado mes de julio tuve por fin la oportunidad de conocer una catedral construida en el siglo XXI. Los amigos que me guiaban en el tour por el centro de esa ciudad me dijeron que había que estacionarse en la calle por que el parking de la catedral era muy caro. Esta fue la primera sorpresa: saber que la catedral tenía estacionamiento, pero que además era caro.

La puerta de entrada no desemboca directamente frente al altar, sino a un pasillo que tiene a la derecha una entrada lateral para llegar a la nave principal; a lo largo del pasillo pueden verse además varios espacios, como esos que en México están dedicados a los santos, sólo que en este templo la mayoría de esos altares menores tienen colgadas en sus paredes algunas pinturas que se venden a quien pueda pagarlas.

En uno de estos altares está presente la imagen en bulto de “Nuestra Señora de los Ángeles del Río de la Porciúncula”, (o Our Lady of The Angels) de donde proviene el nombre de esa ciudad y que ha sido reducido a su mínima expresión L.A. (Los Ángeles). Nótese que la principal figura de veneración ni siquiera ocupa un lugar bajo la nave principal del templo.

Un “altar” que me llamó especialmente la atención fue aquel que tiene pegadas en las paredes una enorme cantidad de fotos de niños y jóvenes que, a decir del letrero en inglés, los retratados son personas que sufrieron abuso sexual, y se pide una oración por ellos.

En algunos de estos altares hay dispuestas una serie de veladoras, todas del mismo color, rojo o azul, que el visitante tiene derecho a encender una vez que ha colocado en la alcancía adyacente los dos dólares correspondientes.

Más adelante y tras haber pasado por la pila bautismal, que es una especie de fuente como la de los jardines de nuestros pueblos, se encuentran las escaleras que descienden hasta la zona de mausoleos: son espacios para que los vivos vayan a dejar en reposos eterno a sus muertos; siempre y cuando puedan pagar lo que se estipula: hasta el momento vi muy pocos ocupados, ahí están descansando los restos del actor Gregory Peck.

Al salir de la inmensa catedral, una vez finalizado el recorrido y pasado el susto de que alguno de los elegantes guardias que custodian el templo pasara a cobrarnos algunos diez dólares por la visita, encontramos el Shrine to Our Lady of Guadalupe: especie de “cobertizo” dedicado a la Virgen Morena. “¿Por qué afuera? Esto es discriminación” Les dije a mis amigos-guías. “Lo sabemos, los constructores dijeron que porque esta virgen tiene muchos devotos es mejor tenerla acá”. Nos enfrascamos en largas protestas que nunca escucharán los autores de la afrenta. Luego nos fuimos, sin dar una mirada siquiera a la Gift Shop: si las veladoras cuestan dos dólares, cuánto no costarán los “recuerditos”.

En el camino hacia el auto revisé los horarios de misas que ofrece la esta catedral: si entiendes inglés, hay varias opciones para venir a misa; si sólo entiendes el español, una sola vez en toda la semana podrás participar.
Así es una catedral de la era electrónica: todo se cobra, todo cuesta; todo son cantidades deslumbrantes: la construcción de este monumento moderno duró diez años, costó casi doscientos millones de dólares y en él caben tres mil personas; se tiene proyectado que anualmente lo visiten cerca de seis millones de seres humanos. El día de la inauguración (cita una nota en la página electrónica de Terra) las personas que asistieron pudieron cenar y beber, agasajados con figuras de Lladró, mientras exploraron más de cerca el trabajo de los artistas que han hecho posible este templo, todo ello a un precio que rondó entre los 1,000 y los 25,000 dólares por una mesa de diez. “Para aquellos con menor presupuesto pero con la misma fe y deseo de escuchar el órgano de 6,000 cañones, se ha organizado ese mismo día la gala ‘La Luz’, fiesta para 400 personas que por 125 dólares por cabeza ofrece tapas, sangría y unos mojitos a los devotos”.

Por supuesto que la Cathedral of Our Lady of the Angels tiene su página en internet, por si los que están leyendo esto se interesan en saber algo más de tan deslumbrante templo; o si desean adquirir alguno de los servicios que ahí se ofrecen; la dirección es la siguiente: http://www.olacathedral.org/. Por cierto, milagrosamente, por ver la página no se cobra.


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