Saturday, September 11, 2004

MEMORIA DE LA CIUDAD DE MÉXICO

Un domingo del pasado mes de agosto fui a visitar la exposición “Memoria de la ciudad de México: cien años 1850-1959” que se exhibe en las rejas del Bosque de Chapultepec.

Son casi cien fotografías en blanco y negro, de gran formato, que captan algunas escenas del mundo del deporte, del espectáculo, de la política y de la vida cotidiana de la ciudad de México durante el periodo de 1850 a 1950.

En la exposición se ven algunas fotografías que ya son conocidas de muchos: aquella en que Francisco Villa ocupa la silla presidencial al lado de Emiliano Zapata; la foto de Don Benito Juárez, vestido de traje, con sombrero de copa alta en la mano y usando unos guantes blancos; y varias del Palacio de Bellas Artes cuando estaba en construcción; entre otras.

Hay algunas otras imágenes que me sorprendieron por no imaginar su existencia: una en que se ve a Francisco Villa, enfundado en un grueso abrigo, cubierta la cara con un pañuelo, llorando sobre el féretro de Francisco I. Madero. Otra, en que el mismo Villa está colocando una placa en una calle de esta ciudad, con el nombre mismo de Madero.

Vi también una que me causó mucha curiosidad: Jorge Negrete, de pie ante un micrófono, dando un discurso ante miembros de la Asociación Nacional de Actores; a un costado de él, sentados ante una mesa, Mario Moreno Cantinflas, con gesto muy serio que, al menos yo nunca había visto y Domingo Soler.

Una foto que me sorprendió de manera grata fue aquella tomada el 15 de septiembre de 1942, el presidente Ávila Camacho, ante la inminencia de la Primera Guerra Mundial, declara a nuestro país, neutral; en la histórica imagen, aparece la presencia solidaria de varios expresidentes mexicanos, entre ellos, el general Lázaro Cárdenas.

La exposición tiene también, como detalle curioso, cinco fotos estereoscópicas, de esas que conocemos como de tercera dimensión; el vigilante en turno es el encargado de prestar a los visitantes unos lentes adecuados para ver esas fotografías antiguas con un efecto muy interesante.

En el recorrido fotográfico se pueden descubrir algunos indicios de los rasgos que ahora definen a la ciudad: están plasmadas imágenes de las primeras huelgas y paros: una de petroleros y otra de los trabajadores del transporte; como antecedente de las marchas y mítines que hoy son el pan nuestro de muchos días. Empiezan a distinguirse también los antecedentes de lo que ahora son congestionamientos infernales de tráfico; hay incluso la foto en que unas madres de familia protestan con una pancarta en contra de la decisión del gobierno de impartir educación sexual en las escuelas, que viene hacer el antecedente a lo que en estos tiempos se vive como oposición a las reformas educativas.

En fin, que “Memoria de la Ciudad de México”, la exposición, que por cierto durará hasta el 20 de octubre, se convierte en un documento valiosísimo para comprender y seguir amando esta ciudad extraordinaria y surrealista.

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